Juan Antonio Pérez Bonalde es considerado uno de los más importantes poetas de la Venezuela del siglo XIX. Su lírica rozó el lenguaje del Romanticismo y avizoró el modernismo en nuestro continente latinoamericano. Este poeta sufrió el dolor del exilio y el reencuentro con su terruño que supo plasmar en “Vuelta a la Patria”, un canto a Venezuela escrito en 1876. La destreza que este caraqueño de cuño liberal tuvo en los idiomas se muestra en las notables traducciones que realizó del “Cancionero alemán” de Heinrich Heine y “El Cuervo” de Edgar Allan Poe.
Juan Antonio Pérez-Bonalde Pereira nació en Caracas el 30 de enero de 1846 en el seno de una familia liberal. En 1861la familia emigró a Puerto Rico, donde su padre regenta un colegio en el que Juan Antonio –con apenas 15 años– colaboraría como profesor. Además dedicó buena parte de su tiempo al estudio a los idiomas, que le convirtió en un excelente políglota de lenguas clásicas y modernas.
En 1864 Juan Antonio Pérez Bonalde regresó con su familia a Venezuela, pero la tristeza aparece tras la muerte del padre. En 1870 se exilió nuevamente al disentir de las políticas de Antonio Guzmán Blanco. Fijó su residencia en Nueva York y allí escribió lo más importante de su obra poética. Su curiosidad intelectual se nutrió en las experiencias de viajes por Estados Unidos, Europa, Asia y África mientras trabajaba para una fábrica de perfumes.

En 1876, el presidente de Venezuela Francisco Linares Alcántara distiende el clima político, y Juan Antonio Pérez Bonalde decidió regresar al país. La ausencia de seis años se iluminó en el barco que lo conducía hacia Puerto Cabello. Así los recuerdos de su infancia, la identidad con la patria, y el profundo dolor por la muerte de su madre, germinaron en “Vuelta a la Patria”. Este magistral poema aparecería en la compilación “Estrofas” que el propio Pérez Bonalde editó en 1877 en Nueva York, en un volumen de cuarenta poemas. Al que sumó en 1880 un volumen de 35 poemas, bajo el título “Ritmos”, entre los que destacó “El canto al Niágara” que aplaudió José Martí.
En 1883 la muerte de su hija Flor lo destruyó anímicamente, sin embargo de su dolor surgió un hermoso poema homónimo, impregnado de un nihilismo que lo llevaría al consumo de drogas y alcohol hasta el deterioro de su salud. En 1888 fue recluido en el hospital, y en 1889 regresó a Venezuela para colaborar con el gobierno de Raimundo Andueza Palacio en funciones diplomáticas. La salud de Juan Antonio Pérez Bonalde empeoró con una hemiplejia que lo llevó a la muerte el 4 de octubre de 1892 en La Guaira. En 1903 sus restos mortales fueron trasladados a Caracas donde recibió honras fúnebres. Y en 1946 en conmemoración del centenario de su nacimiento fue elevado al Panteón Nacional, donde reposan sus cenizas.