La leyenda del Silbón habla sobre un personaje legendario del folklore venezolano. Se trata de un ente sobrenatural o «espanto» que se aparece por las noches a los viajeros solitarios que se atreven a andar por los caminos llaneros, a quienes ataca salvajemente.

Qué dice la leyenda del Silbón
Se dice que recorre los caminos de Barinas, Portuguesa y Cojedes. Su rasgo principal consiste en que anuncia su presencia mediante un silbido espeluznante que eriza la piel.
Cuenta la leyenda que El Silbón es el ánima en pena de un hijo que, en un arrebato de locura, mató a su propio padre “para comerle la asadura”, y que la mamá lo maldijo para toda la vida.
Otra versión sostiene que el parricida actuó en venganza, porque su padre le mató a la esposa, diciendo que era de conducta disipada y que ella se lo había buscado. Esta versión también afirma que quien lo maldijo fue el abuelo.
La figura del espanto es descrita, por aquellas víctimas que lograron sobrevivir, como la de un hombre que mide seis metros de altura, demasiado flaco, de piel broncínea y rostro escalofriante.
Tiene heridas en las rodillas, espalda y pecho, producidas por los latigazos del castigo que ordenó darle el abuelo el día en que lo maldijo. Carga un saco con los huesos de su padre, donde también va echando los de las nuevas víctimas.
La leyenda del Silbón fue hermosamente plasmada, a través de una obra musical, por el poeta y compositor Dámaso Delgado, junto a un grupo de músicos y actores de Portuguesa, Guárico y Apure.
La pieza musical, en forma de corrido, narra la ocasión en que Juan Hilario se tropezó con el Silbón cuando iba para una parranda, en una noche tormentosa del mes de Mayo.
La única “contra” para alejar al Silbón es mostrarle una tapara de ají y un mandador de pescuezo, o con los ladridos del perro Tureco, repitiendo la siguiente frase: “es el Silbón, cuje, cuje, Tureco, cuje, cuje!”.