Los Yanomami de Venezuela son una nación indígena que habita en el sur del estado Amazonas, en las inmediaciones de la Sierra Parima, en la frontera con Brasil, donde también dejan sentir su presencia. Forman parte del territorio venezolano y de su bagaje cultural. Están reconocidos y protegidos por la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela del año 1999, en sus artículos 119 al 122. Numerosos son los estudios realizados por antropólogos, lingüistas y etnobotánicos, que dan cuenta de las características más resaltantes de los Yanomami de Venezuela.
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Los Yanomami, insertos en su amplio territorio selvático que le sirve de hábitat, transcurren su vida dedicados a sus actividades productivas, recreativas y de rituales. Cultivan y consumen rubros agrícolas como la yuca, el banano y el ocumo, y complementan su alimentación con la pesca y la recolección de frutas silvestres. Se agrupan en comunidades de varias decenas de miembros y habitan en viviendas comunales llamadas shabonos.
La construcción de un shabono es quizás una de las actividades más interesantes que realizan los yanomami, no sólo por lo que significa este tipo de vivienda desde el punto de vista arquitectónico-indígena, sino por el proceso comunal que desarrollan sus miembros para lograr su objetivo. De forma ovalada y construido a un agua, con un gran patio central, el shabono, la casa de todos, es el resultado de la división de tareas entre los hombres y mujeres yanomami, quienes utilizan los recursos vegetales que su entorno natural ofrece, para construir comunidad, para existir.
Uno de los estudios más interesantes es el realizado por Emilio Fuentes sobre los yanomami y las plantas silvestres, que busca explicar la relación existente entre este pueblo y su ambiente vegetal. Al respecto Fuentes dice: “Es interesante observar cómo procede un yanomami adulto para la identificación de una planta: la mira, apoya su mano sobre el tronco, examinando la rugosidad de su corteza, el color más o menos claro, y mira hacia arriba intentando dominar con la vista el árbol completo…. Puede, además, tomar una o varias hojas entre sus manos, estrujarlas entre los dedos, después que ha examinado todas sus características, experimentar su gusto, olerlas, etc.”.
Alfredo Portillo